Balones Hoover de Rogue

Los balones Hoover de Rogue son la versión más pequeña (con un diámetro de 25,4 cm) de nuestros balones medicinales de 1,8 kg y 2,7 kg y son una gran opción para los más jóvenes o para aquellos que se acaben de iniciar en el mundo del entrenamiento con balones medicinales. Estos balones también cumplen con el tamaño estándar de competición de la propia disciplina de Hooverball (un deporte antiguo que es un híbrido entre voleibol, tenis y entrenamiento con balón medicinal), de la que se dice que es «más intensa que el boxeo, la lucha o el fútbol» y con la que se entrena «prácticamente todos los músculos del cuerpo».*

Con un cuerpo cosido con precisión con hilo de nylon y un exterior de vinilo revestido resistente a la humedad y a los rayones, los balones Hoover de Rogue son extremadamente resistentes y son de los pocos balones medicinales modernos construidos en su totalidad en EE. UU. El relleno es lo suficientemente sólido como para ayudar a que el balón mantenga su forma tras usarla de forma repetida, pero también lo suficientemente robusto y flexible como para que los atletas puedan pararlo o atraparlo con seguridad a gran velocidad. La carcasa de vinilo es gris (que la distingue de la de los balones medicinales negros de Rogue) e incluye el exclusivo logo de Rogue en blanco.

Un poco de historia del deporte «Hooverball» 

Hooverball, llamado así en honor al presidente número 31 de Estados Unidos, nació en la Casa Blanca durante el primer año de legislatura de Herbert Hoover (1929) como parte de un régimen de entrenamiento diario único para el presidente y su equipo de trabajo. Este juego (inventado por el médico personal de Hoover, Joel T. Boone) se juega en equipos de 2-4 jugadores en una cancha parecida a la de voleibol con una red de 2,4 m de altura y un balón medicinal de 2,7 kg. Las puntuaciones funcionan exactamente igual que en tenis y las reglas son parecidas. Uno de los jugadores lanza el balón y el equipo oponente tiene que atraparlo en el aire y devolverlo inmediatamente, intentando colocarlo en un lugar donde no pueda alcanzarse ni mandarse de vuelta. El equipo que pierda el balón o lo lance fuera de los límites, pierde el punto.

"Requería menos destreza que el tenis, era más rápido y más intenso y, por tanto, suponía más ejercicio en menos tiempo", escribió Hoover en sus memorias.

Hooverball sigue teniendo sus seguidores y todos los años se organiza un campeonato en West Branch, Iowa (EE. UU.), donde se encuentra la biblioteca presidencial Herbert Hoover.

*Cita de Will Irwin, amigo del presidente Hoover, extraída de la revista Physical Culture de 1931.